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Programa: 04/11/2010
LOS DIEZ PRINCIPIOS BASICOS PARA UNA MEJOR CONVIVENCIA DE PAREJA
Sin madurez personal es imposible una buena relación de pareja, pero también para madurar hay que aprender a convivir.
Hablaremos sobre las parejas y las parejas que maduran a partir de la
convivencia, en su libro “El amor al segundo intento”, el psicólogo
humanista a Antoni Bolinches, dice que los problemas de la pareja pueden tener
muchas causas y propone varias soluciones y claves par a elegir mejor basadas en
el aprendizaje vital y la superación personal, y dice que sin madurez personal
es imposible una buena relación de pareja, pero también para madurar hay que
aprender a convivir.
El autor propone un decálogo que es el resumen de las principales ideas del
libro y a partir de este decálogo se fue gestando su libro ”Amor al segundo
intento.” Y su intención y deseo con estos principios fue para que las
parejas del presente tengan futuro.
Los diez principios básicos
1. Sea sincero desde la sensatez.
2. Piense que lo que ocurre entre dos nunca es responsable de uno solo.
3. Piense que el egoísmo del otro solo se puede detectar desde el egoísmo
propio.
4. No se esfuerce para que su pareja le entienda sino para entender a su pareja.
5. No confunda una pareja para siempre con estar siempre con la pareja.
6. No confunda la estabilidad con la rutina.
7. Recuerde que la pareja funciona mejor con refuerzos que con esfuerzos.
8. Recuerde que la pareja no puede funcionar solo con relaciones íntimas pero
tampoco sin ellas.
9. Procure tener presente que convivir implica conceder.
10. Recuerde que la pareja que dura es al que madura.
1. Sea sincero desde la sensatez ¿qué significa esto?
El autor dice que si tuviera que definir la expresión óptima de la madurez diría
que es aquella que nos permite ser sinceros desde la sensatez. Sabemos que
muchas veces que la sinceridad es un arma de doble filo, que por un lado expresa
autenticidad pero por otro, impertinencia y por eso hay que tener en claro que
lado vamos a utilizar. Si utilizamos la autenticidad tendremos una herramienta
muy útil para construir relaciones sinceras, constructivas y enriquecedoras,
pero si utilizamos la impertinencia, en lugar de mejorar la comunicación solo
conseguiremos crear resentimientos. Queda claro entonces que la mejor consigna
para mejorar la comunicación es la de procura ser sinceros desde la sensatez. Lo
cual debemos pensar qué decimos, cómo lo decimos, e incluso si hemos de decirlo.
Porque la sensatez no debe aplicarse solo a la forma sino también a los
contenidos de la comunicación. En definitiva la sensatez es lo que permite que
la expresión sincera contribuya a crear un clima de armonía en lugar de generar
conflicto.
Las personas maduras tienden a comunicarse en esta clave, mientras los inmaduros
oscilan entre la ocultación neurótica y la sinceridad impertinente.
2. Piense que lo que ocurre entre dos nunca es responsabilidad de uno solo.
Parece una obviedad y es una frase muy conocida, pero es interesante recordarla.
Y aunque es la más elemental del decálogo, es importante saber que la
responsabilidad es de ambos, la solución no puede estar en manos de uno solo.
Hablamos de responsabilidad y no de culpa, ya que la culpa inmoviliza y la
responsabilidad dinamiza y lo que necesitan las parejas es sentirse responsables
de sus soluciones.
3. Piense que el egoísmo del otro sólo se puede detectar desde el egoísmo
propio… ¿Qué significa?
El autor dice que este punto tal vez necesite más aclaración. Cada vez que una
persona considera que su pareja se está portando egoístamente está valorando la
situación desde la insatisfacción que le produce su propio egoísmo defraudado,
puesto que de otra manera no lo podría detectar. Por eso las personas que tienen
tendencia a calificar de egoístas a los demás, estarían bien en reflexionar para
intentar discernir hasta qué punto su valoración está realizada desde el adulto
o desde su parte de niño.
4. No se esfuerce para que su pareja le entienda sino para entender a su
pareja.
Tal vez sea la consigna más difícil a seguir…Porque requiere de un grado de
madurez que no es fácil de alcanzar. Pero a su vez actuar desde esto es una las
conductas de autoafirmación que más contribuye al proceso de maduración
personal. Su práctica es difícil al principio, pero favorece un doble objetivo;
mejorar la comunicación de la pareja y favorecer la maduración de las partes.
5. No confunda una pareja para siempre con estar siempre con la pareja.
Las mejores parejas no son las que están siempre juntas, sino las que desean
estar juntas porque están bien. Por eso las parejas que mejor funcionan son las
parejas complementarias, que son aquellas que saben armonizar su tiempo común
con el ejercicio de una libertad que les permite enriquecer la relación y
mantener el deseo de seguir vinculadas. La mejor manera de mantener vivo el amor
es concebir la pareja como un espacio común que no debe ser incompatible con un
espacio privado donde sus miembros puedan disfrutar de actividades que no forman
parte del interés compartido.
Por eso dice el autor que las parejas que están siempre juntas no están
fortaleciendo su unión, sino propiciando saturación y la posibilidad de
conflicto. Tampoco implica la estrategia de verse menos para estar mejor, ya que
la pareja no puede construirse sobre la expectativa de que lo que ayuda a estar
juntos es estar separados, sino que al revés: son las parejas que están bien
juntas las que pueden disfrutar, también por separado, de su bienestar.
6. No confundir la estabilidad con la rutina.
La estabilidad es buena para la pareja, pero la rutina es mala, el tema es que
es muy difícil señalar donde termina una cosa y empieza la otra. ¿Cómo
mantener la estabilidad sin caer en la rutina?
Esto dice el autor Bolinches es uno de los retos que la pareja debe afrontar con
poca ayuda exterior y mucho diálogo interior. Una recomendación para esta tarea,
es procurar mantener la estabilidad de fondo incorporando novedades funcionales
en forma de pequeños estímulos cotidianos que alimenten la ilusión de
compartirlos. Introducir pequeñas variantes en los hábitos y también iniciativas
que deben darse los miembros de la pareja para favorecer y el amor siga
creciendo.
7. Recuerde que la pareja funciona mejor con refuerzos que con esfuerzos.
Uno de los errores más comunes que suelen cometer las parejas es el esforzarse
para estar bien. Naturalmente la intención es buena pero los resultados suelen
ser nefastos porque la pareja no necesita esfuerzos sino refuerzos. En el ámbito
de los sentimientos, esforzarse siempre resulta contraproducente, porque el
afecto y las relaciones íntimas no dependen de la voluntad, sino del buen clima
de la relación, por eso cuando se intenta incrementar intencionalmente, se
produce casi siempre un efecto contrario al deseado.
8. Recuerde que la pareja no puede funcionar solo con relaciones íntimas o
pasionales pero tampoco sin estas.
Es evidente que a medida que transcurre la convivencia el deseo se atempera y su
importancia en la valoración global de la relación disminuye parcialmente. Esta
es una realidad constatable y difícilmente modificable, puesto que la fase
pasional puede vivirse como mucho una vez y generalmente es al principio de la
relación que esta etapa es mayor.
Está claro que no hay que confundir disminución con extinción porque entonces
aumenta el peligro de que se produzcan enamoramientos alternativos o
infidelidades destinadas a cubrir este déficit. Por eso es importante que la
pasión tenga la calidad suficiente para que ambas partes se sientan unidas
íntimamente. Y es fundamental que la pareja tenga en cuenta que aunque con los
años disminuye la cantidad, la calidad puede mantenerse si sabe convertir la
pasión en una expresión de amor y que aunque suele ser menos pasional puede
seguir siendo profundamente emocional.
9. Procure tener presente que convivir implica conceder.
Tal vez este punto del decálogo puede resultar el más útil pero requiere más
explicación. El autor hace la distinción de que convivir implica conceder. Y
enfatiza lo de conceder porque mucha gente lo confunde con ceder, y ceder
siempre es malo porque hace que la persona esté mal consigo misma y por lo tanto
difícilmente podrá estar bien con la pareja. Ceder, en cuanto significa una
renuncia a las propias convicciones en beneficio de la otra parte, crea
incongruencia y empobrece la personalidad. Aunque puntualmente pueda
considerarse un comportamiento adaptativo para evitar conflictos. En cambio,
conceder siempre supone un ejercicio de madurez, porque es un aporte que se hace
desde la seguridad a la calidad de al convivencia.
Parecería que de esta forma, es mejor conceder que ceder, ¿cierto? Pero en la
práctica la elección se complica porque la discriminación de ambos conceptos no
depende de lo que se hace, sino del discurso interno que motiva la acción.
Pongamos un ejemplo cotidiano: si vos decidís ir al cine aunque no te guste, por
temor a que tu pareja se enoje, estás haciendo una cesión. Por el contrario si
nosotros en la misma situación, aceptamos ir al cine porque así nuestra pareja
está mas contenta y de esta manera también nos sentimos mas satisfechos,
entonces esta acción se califica de concesión. O sea la misma conducta puede
vivirse como cesión o concesión en función de los argumentos que la activan.
10. Recuerde que la pareja que dura es la que madura.
Este principio parece que está fundamentado en el sentido común, que indica la
evolución deseable de la pareja y los beneficios que produce en la relación la
maduración personal. Madurar dice Bonliches, el autor de este decálogo, no es
sólo aprender de los fracasos, es evidente que la madurez se alcanza gracias a
la habilidad que se adquiere superando todos los pequeños y grandes conflictos
que surgen en las distintas fases de la convivencia. En la juventud; para
acoplarse y mantenerse unidos, en la madurez; para superar los problemas
relacionales y familiares, y en la vejez, para saber convertir la convivencia en
apoyo recíproco.
Las parejas que duran, son las que saben enriquecerse mutuamente con la
sabiduría que ganan cada vez que superan una dificultad, resuelven un problema y
salvan una crisis. La pareja no sólo dura porque madura, sino la propuesta es
abrir la posibilidad para que las parejas que aprendan a convivir encuentren a
través de esa vía, la madurez, que ayuda a facilitar su perdurabilidad.
Para cerrar el tema, quien logre madurar al convivir y utiliza la convivencia
para madurar no sólo está habilitado para convivir en armonía sino que convierte
esa experiencia en un aprendizaje vital que lo mejora como persona.
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