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Programa: 06/01/2011
EL TEMPERAMENTO DEL BEBE DIVIDIDO EN FACIL O DIFICIL
¿Cómo mantenernos conectados con nuestro bebé?
En general, se intenta dividir a los recién nacidos de acuerdo a su
temperamento en fáciles o difíciles. Los niños que nacen con un temperamento
tranquilo son bebés con los que resulta fácil de relacionarse, son aquellos
sumamente regulares en su comportamiento, tienden a ser tranquilos,
independientes, y responden activamente a los gestos sociales de los demás.
Además son regulares en los momentos y duración de la lactancia, períodos de
sueño y de vigilia, de estados de ánimo positivo y fácil de cambiar de conducta
ante situaciones diferentes. Está claro que los bebés fáciles “son un encanto”;
toman el pecho o la mamadera con muchas ganas y establecen contacto visual, no
lloran con frecuencia y cuando lo hacen tienen un motivo. Cuando crecen,
reafirman constantemente su actitud debido a su personalidad serena y su
conciencia social. En general son más intrépidos, más adaptables y mejor
predispuestos a la autodisciplina y la autosuficiencia.
Por otro lado los bebés difíciles son la antítesis. Totalmente irregulares en
todas sus actividades, lloran con frecuencia y de ánimo negativo. Su tendencia
al llanto en forma intensa es muchas veces de difícil interpretación para la
madre. También son muy difíciles de calmar y no le gustan los cambios. Si alguna
madre tiene un bebé con estas características, sabe perfectamente que es más
difícil alimentarlos y vestirlos y que generalmente se tarda más tiempo en
conseguir que tengan un ritmo previsible de sueño. Como resultado, los niveles
de tensión de los padres de este bebé pueden subir a tal punto que el bebé, y
más tarde el niño, perciba ese esfuerzo. Cuando se instala un círculo vicioso,
la conducta del niño empeora y se empieza a tener menos confianza y más ansiedad
en la capacidad para educarlo y se pueden sentir cada vez menos conectado con el
niño.
Dijimos en cambio que los bebés fáciles responden a sus padres y a otras
personas y por esto constantemente gozan de su atención. Este principio
recíproco construye la sensación de competencia del bebé, su confianza y su
seguridad y supone también un enorme recorrido para prevenir problemas
emocionales.
Los bebés difíciles ponen a prueba la paciencia de los padres y esto hace que se
cuestionen su capacidad para educarlos y la fortaleza del vinculo afectivo que
están creando con su hijo. Los padres deben ser excepcionalmente tolerantes y
pacientes con el humor negativo de ellos. Estos niños son normales, su
temperamento inicial “difícil” se disipa, pero la duración del período de ajuste
es variable, y a veces, lento.
No hay ninguna duda que los bebés exigentes necesitan padres más flexibles,
tolerantes, pacientes y dispuestos a hacer lo que sea necesario para adaptarse a
la situación y conectarse emocionalmente con ellos.
En principio, una recomendación para la madre, es que no debe poner en duda su
capacidad para criarlo. A veces no podrá calmarlo. Cuando llora, acompañarlo.
Puede ser difícil despertar un contacto cara a cara, va a sonreír poco, y se le
hace difícil y hasta en algún momento inclusive la madre tendrá ganas de llorar
junto con su bebé, tal vez sea bueno para sentirse mejor, o tal vez ayude
hacerlo como descarga. Lo importante es comprenderlo, los bebés difíciles tienen
menos capacidad de adaptación asique por ejemplo, es importante asegurarse de
que sus actividades sean lo mas predecibles posibles e introducir paulatinamente
los cambios de uno a uno. Por ejemplo, en la alimentación, en los ciclos de
sueño, o con nuevas personas. Los bebés difíciles no solo son más sensibles
frente a los cambios, sino que también tienen menos capacidad de calmarse solos
cuando están disgustados, aunque todos los niños son capaces de aprender a
hacerlo cuando los padres tienen tiempo y paciencia.
Esto es fundamental, debemos tener paciencia, y evitar que la ansiedad nos
descontrole. Y también evitar el agotamiento de la madre. En los momentos más
álgidos es conveniente que se haga cargo del niño aquel que este más tranquilo,
menos ansioso, el padre o un abuelo, que si están más relajados seguramente
lograrán en ese momento un mejor contacto con el bebé y ayudarán a la madre que
se recompongan emocionalmente y reanude la comunicación con su hijo.
El hecho de tener un bebé irritable y malhumorado puede dar como resultado la
incapacidad para disfrutar de un hijo. La tarea más importante para los padres
es sentirse emocionalmente conectado con su bebé. Por esto es importante que
podamos advertir que no se tiene que ser una Supermamá o un Superpapá, y tampoco
tenemos que pasar cada minuto del día con nuestro hijo.
Encontrar ayuda en otras personas es muy recomendable. Es fundamental hacer lo
necesario para que el en el tiempo que tanto el padre o la madre pasen con su
hijo le comuniquen su paciencia, amor y completo interés. Sin estos mensajes, un
bebé difícil solo estará más irritable y descontento. Los bebés perciben la
tensión y la alienación de los padres, de forma que debemos asegurarnos que lo
que le transmitimos es nuestra paciencia y nuestro afecto.
Recursos para mantenernos conectados con nuestro bebé y bajar también la
ansiedad
Jugar con nuestro bebé
Recomendamos el jugar con nuestro bebé, ya que jugar estimula el desarrollo
global y contribuye a establecer un buen vínculo con nuestro bebé. Destinar
algunos momentos en el día es bueno y sobre todo en momentos que nuestro hijo
esté de buen humor, ya que pretender jugar cuando no está de buen humor
posiblemente no conseguiremos distraerlo y tal vez incluso lo estimulemos
excesivamente y se sienta aún más irritable.
El masaje para los bebés
Algo muy recomendable para los bebés y que también ayuda son los masajes, ya que
brindar beneficios físicos y psicológicos. Y aunque a los bebés inquietos
generalmente no les gusta que los toquen, la mayoría responden positivamente a
algún tipo de masaje y ayuda mucho a reconfortarlos y calmarlos.
Llevar a upa a nuestro bebé
Esto parece muy reconfortante y estimulante para los bebés más inquietos. Las
mochilas para llevar a los bebés pueden resultar también. Donde podemos ponerlos
en varias posiciones según el estado de ánimo y también el nuestro. O
simplemente llevarlo a upa, donde la proximidad física alcanza para calmarlo y
establecer un nivel de intimidad y seguridad que tanto necesitan los bebés.
Evitar modelos conflictivos en la relación
Independientemente de que tu bebé sea más o menos exigente, una técnica de
prevención para evitar modelos conflictivos en la relación y que también reduce
las oportunidades de que un hijo desarrolle problemas de conducta cuando sea
mayor es en el momento que los bebés comienzan a comprender que conseguir lo que
quieren esta condicionado por ciertas formas de comportamiento. Por ejemplo, dos
maneras; un bebé que llora o chilla no consigue su galletita, un bebé que
espera tranquilamente sentado en su silla alta consiguen que le den la galletita
que él desea. Hasta aquí al menos así tendría que ser. ¿Qué puede pasar?
Cuando los padres comienzan a darle recompensas o satisfacer todos sus caprichos
para intentar calmar a un bebé mayor de doce meses, deberían tomar conciencia de
que con esta actitud refuerzan las conductas difíciles. La indulgencia es más
aceptable en momentos determinados del día, por ejemplo cuando un bebé está
cansado o tiene hambre, pero si el bebé tiene más de un año y se irrita cada vez
que no consigue lo que quiere, entonces llega el momento de pensar en poner
límites.
Alrededor de los diez o doce meses, o sea al año, los bebés comienzan a
comprender la palabra “no”. Tal vez no entienden la palabra, pero comprenden el
tono de voz o el gesto que la acompañan, sobre todo el gesto con el dedo o de la
cabeza. La mayoría de los bebés también sacuden la cabeza para decir “no” cuando
escuchan que los padres pronuncian esta palabra, demostrando de esta manera que
comienzan a incorporar el autocontrol.
Para cerrar, es importante establecer un modelo de amor abarcativo, que todo lo
puede o “lo intenta”, que ayudará a los padres a mantener la confianza en sí
mismos y a crear hábitos que siembren semillas para el autocontrol y la
cooperación. Creando así, un vínculo de afecto con su hijo y reduciendo también
las oportunidades de que desarrolle problemas de conducta cuando crezca. Tener
presente, que un bebé difícil no necesariamente se transformara en un niño
difícil.
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